ROGER ÁLVAREZ. Un encuentro con su pasión por la música y la escena.
Las
actividades que forman la actualidad de nuestras artes, crecen en minutos, y
reinventándose continuamente para ofrecernos lo mejor, nos encontramos con que
nuestro Teatro y artes escénicas, también están viviendo un nuevo momento de
esplendor. Son muchas las opciones que podemos encontrar para disfrutar de su
magia en diferentes salas, pero a todo esto, además tenemos que añadir la sorprendente
e inagotable creatividad de nuestros artistas para dar forma a sus obras. Una
realidad llena de dedicación e ilusión, que parte de un único y enorme objetivo.
Que disfrutemos con ellas y hacernos sonreír.
La
revelación de Un piano
La
música para mí siempre ha sido algo natural, como la respiración. A los siete
años, los Reyes me echaron una melódica, y al año siguiente, de visita en casa
de Doña Paquita, me encontré con un piano olvidado en un rincón del salón, sin
poder evitar ser inducido por él, me puse a tocar todo mi repertorio con las
dos manos ¡y sin necesidad de soplar! Aquello fue una revelación. Doña Paquita
aconsejó a mi madre que me llevaran al conservatorio, y de paso, le ofreció su
piano en venta, a muy buen precio. Eso sí, ella se quitó un piano de encima y
yo inicié mis estudios musicales. Con lo cual, todos contentos.
A
los quince, daba mis primeros pasos teatrales en El Lebrel Blanco, el
prestigioso y quizá único grupo que había en mi Pamplona natal en aquella
época.
Por
otro lado, como desde siempre, se me dieron bien el dibujo y la pintura, mis
padres fantaseaban con la idea de tener un hijo arquitecto. pero nada más
lejos, a mis trece años, y buscando algo que englobara todas estas disciplinas,
yo ya había decidido que iba a ser director de cine. A ver, hijo mío,
convénceme, me solía decir mi padre antes de su siesta. Y así estuvimos hasta
mis diecisiete. Posteriormente y después de unos exhaustivos exámenes de
selectividad, conseguí por fin el expediente de traslado a Madrid y una plaza
en el Colegio Mayor San Juan Evangelista.
Las inquietudes del
Adolescente
Algo
no me dejaba respirar profundamente y la facultad de Ciencias de la Información,
en septiembre del 74, resultó muy decepcionante para un chaval con ganas de
aprender, y ante un deprimente programa de asignaturas, en el que el cine no
aparecía por ninguna parte, a primeros del siguiente año, sin decir nada en casa, me
presenté a las pruebas de Godspell,
un musical que me tenía fascinado, y me fui de gira. Al cabo de un mes, desde
Valencia y en plenas fallas, me decidí a telefonear a Pamplona para informar a
la familia de mi paradero y nueva situación.
Tras
un largo y tenso silencio al teléfono, oí la voz de mi madre exasperada: Has
hecho muy bien en no decirnos nada ¡¡porque hubiéramos llamado a la policía!! Y
con razón, porque yo hasta el siete de abril de ese año, aún era menor de edad.
Al cabo de un tiempo vinieron a León a ver una función. Afortunadamente, la
vieron tan bonita, luminosa y divertida, que ya se resignaron a tener un hijo
saltimbanqui, je,je,je. Les estoy muy agradecido, siempre me han apoyado en
todo, y con un punto de vista muy sensato.
La
gira terminó a finales de marzo del 76 y con la temporada de Barcelona. Después, sediento
de conocimientos, por consejo de un amigo que conocí en la facultad y que había
salido huyendo de allí hacia París para estudiar cine, allá me fui yo también.
Estuve dos años y medio en una escuela de cine por las mañanas, donde pude
obtener un título de ayudante de dirección, que nunca he tenido oportunidad de
estrenar, por las tardes a la escuela de teatro Bimônt, al mediodía, iba a
danza clásica y contemporánea, y los sábados a canto.
Después
de todas estas actividades y entusiasmado por mi preparación, cuando volví a
Madrid, me encontré con un panorama laboral desolador. Y Al no haber ningún
musical a la vista, nos reunimos algunos compañeros de Godspell, que son amigos para siempre, y decidimos inventarlos. El
primero fue Soñando bajo la lluvia… con
paraguas rotos. Todos hacíamos de todo, pero a mí también me solía tocar
componer la música de las canciones, coordinar la escenografía y vestuario. Esto
también me permitió desarrollar diferentes facetas.
El brillo de Los obstáculos
En
los ochenta creamos varios espectáculos, siempre musicales y con el nombre de
Producciones Lunáticas, fue muy duro pero muy emocionante, también hice alguno
en solitario, pero con el tiempo, siempre han sido en proyectos generados por
otros. ''A mí que me contraten'', decía yo en broma, pero es que tirar siempre del carro
es agotador, pero he seguido combinando teatro, cine y televisión. Quizá el
entusiasmo y la ilusión son mis principales cualidades, me ilusiono con
mucha facilidad y enseguida se prende la llama de la pasión.
No
sé trabajar de otra manera, en la comedia es donde más disfruto, y curiosamente, los dos únicos premios de interpretación que he tenido, han sido
por el cortometraje, Silba Perfidia, un drama y una tragedia, según mi padre.
En cuanto a los proyectos creados por mí, siempre han sido comedias musicales.
Con lo cual, intento que sean divertidos, vitales, positivos… Y las canciones
siempre tienen ese plus lírico y emocional… En mi opinión y en el arte, siempre
hay cabida para un instante de emoción.
Emociones Tras el telón
Os
podría decir que la adrenalina que genera el escenario, los aplausos y
ovaciones, o ese silencio mágico que se produce algunas veces, forman parte de
la infinita satisfacción de alguien que dejó la arquitectura para dedicarse por
entero a esto. Pero a lo largo de mi carrera y desde el principio, lo que más
me ha emocionado, han sido las risas del público y las carcajadas… Es algo
sorprendente y que siempre me llenará de felicidad. Bueno, esto suponiendo que
esté interpretando una comedia, claro. Hace ya tiempo, que algunos amigos me
animaban a montar un espectáculo, y yo les decía que ni hablar, que menudo
desgaste, que eso era antes, cuando era joven.
Pues
resulta que, por una serie de circunstancias, y quizá, por no haber tomado las
medidas anticonceptivas suficientes, he acabado dando a luz y sin apenas darme
cuenta, la Pequeña Suite Emocional.
Un espectáculo que cree el año pasado, ha nacido como un regalo inesperado, y justo
cuando cumplía cuarenta años sobre el escenario. Sin duda, el ver que el
público está respondiendo muy bien, me hace feliz. Se estrenó en La Usina y
tras una pequeña gira, vuelvo a Madrid en noviembre.
Agradecimientos
Al
Lara Off. A mis amigos y a las personas que me siguen, les digo que seré feliz con
el encuentro o el reencuentro, y que se preparen para liberar endorfinas, las
hormonas de la felicidad.
Dentro de las posibilidades que se tengan, ir al teatro
y disfrutar de él…
Muchas gracias.
Para conocer más detalles sobre las actividades de Roger Álvarez o su nueva Obra la Pequeña Suite Emocional, lo puedes hacer a través de su sitio web:
http://rogeralvarez.net/
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